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Factores asociados a la violencia en el contexto escolar y familiar, en función de las expectativas de clase social, de la violencia simbólica y el género.

Vanessa Espaillat, M.S.

ASESORES

Dr. Antonio Fuertes.  USAL

Dra. Begoña Orgaz.  USAL

Carlos Ruiz Matuck.  UNIBE

Tahira Vargas

RESUMEN
Se realizó una investigación sobrefactores sociales y familiares que se asocian a la violencia en el contexto escolar y familiar de adolescentes en República Dominicana. En este sentido nos interesó conocer en mayor profundidad, cómo el tipo de apego, las expectativas de clase, la violencia simbólica y el género, se relacionan con la implicación en conductas agresivas y la victimización.
Se hicieron dos estudios uno cuantitativo aplicando pruebas psicológicas, y cuestionarios creados para la investigación, y otro cualitativo a través de realizar grupos focales, estudios de casos, y análisis de preguntas abiertas, con 150 estudiantes de 7mo., a 12mo. Grado pertenecientes a tres estratos sociales diferentes, de clase alta, clase media y clase baja, para analizar cómo estos factores influyen en el juego relacional de los agresores y las victimas en las familias y en los contextos escolares y en la sociedad.

RESULTADOS
Con respecto a la agresión, los niveles se dieron en función del género, y no del contexto educativo y social. Por lo que, los varones muestran niveles de agresividad reactiva y pro-activa más altos que las mujeres, en los tres contextos educativos. Con respecto a los resultados del tipo de agresión en los tres colegios prima la agresión reactiva o agresión social que se da por la exclusión.
La escala exclusión ayudo a comprender, cuáles de las siguientes áreas evaluadas: por clase social, por ser diferente, por color, por inteligencia, preferencia sexual y por ser discapacitado, predominan en las tres clases sociales. Esta exclusión ayuda a entender el fenómeno de la agresión, y el juego de las víctimas y victimarios. Las escalas más bajas de exclusión fueron: el rechazo por el color y por ser discapacitados. En el contexto educativo de clase alta, el grado de exclusión era significativamente superior al contexto de clase media, y de clase baja. La exclusión es más visible en los estratos altos, y donde menos se manifiesta es en la clase media. En el centro educativo de clase alta, hay más exclusión y menos victimización, sin embargo, en la clase media y baja, hay menos exclusión y más victimización. La clase alta se prepara para ser la clase dominante. La clase media y baja para ser los dominados. Como la escuela es un reflejo de lo que pasa en la sociedad, cada clase social refleja su realidad. De esa manera la escuela perpetúa el status quo.
Los resultados de la variable apego con la agresividad y la victimización fueron los siguientes: La madre se relacionó negativamente con la agresión, la agresión reactiva y la agresión proactiva, es decir, que mientras más alto es el apego hacia la madre, menor agresividad, y viceversa. Por otro lado, el apego del padre se relacionó también negativamente sobre todo con la victimización y en segundo lugar con la agresión. Es decir, a mejor relación con el padre, menos victimización y menos agresividad tendrán los hijos.
Fue significativa la diferencia entre las tres figuras de apego: la madre, el padre y los amigos. El apego mayor fue hacia los amigos, como era de esperarse por su etapa de desarrollo, sobre todo en la escuela de clase alta, también la escala confianza fue más alta para los amigos que para los padres.
La madre es la figura a la que se tiene menor calidad del apego. También los resultados de este estudio indican, que los hijos tienen mayor comunicación con la madre, aunque tienen menos confianza hacia ella. También es con la que tienen menos alienación, es decir, la que les provoca menos sentimientos de soledad, exclusión y depresión. Indican que no se sienten solos, aunque no puedan tenerle confianza.
En la clase social alta tienen mayor calidad del apego con los padres que en las otras clases sociales. Los jóvenes de clase social alta, tenían mayores aspiraciones económicas, educativas, sociales y profesionales, que los jóvenes de clase media y clase baja. Estas aspiraciones son incentivadas por los padres, desde que sus hijos son muy pequeños.
Nuestros resultados muestran que tanto en los varones como en las mujeres, los niveles de agresión se asocian a la victimización, aunque aparece especialmente en los varones.
Es decir, que las personas que agreden, tienden a sentirse agredidas, y, de esa manera, se perpetúa el círculo de la violencia en la familia y en los sistemas escolares.
Con respecto a la escala victimización, los resultados indican que en los tres colegios se sienten victimizados socialmente, por encima de la victimización física y verbal. Este tipo de victimización está caracterizada por conductas que están orientadas a herir a los otros por las diferencias en sus relaciones, a través de la exclusión y la manipulación, donde lesionan la autoestima de los compañeros.

La victimización y la agresión, tienen una relación inversa con las aspiraciones, es decir, a mayores aspiraciones, menor victimización y menor agresión.  A mayor victimización y agresión, menos aspiraciones.  Las aspiraciones se relacionan con el desarrollo de sus propios proyectos de vida, de haber accedido a su propio deseo e individuación.    

Las respuestas de los grupos focales, los resultados de las preguntas abiertas y el análisis del estudio de caso, apuntan que hay ciertas tendencias que son prácticamente estándar para las tres clases sociales. El fenómeno de la exclusión del que es diferente y de la disputa contra el que no piensa igual que el grupo, es un evento que se manifiesta en todos los estratos sociales, pero con mayor intensidad en la clase alta. La homogeneidad parece ser vital en estos grupos de adolescentes, que por su ciclo de vida, necesitan sentirse que pertenecen a su grupo social. Es tanto así que igualmente las tres clases sociales reportan que harían lo que fuera para entrar y sentirse pertenecientes a un grupo.
La violencia y el acoso, según lo visto en la investigación, son producidos por jóvenes que han sido victimizados por otros estudiantes y por eventos impactantes en sus respectivas familias. Todos los casos de abuso y de victimización, iban acompañados de familias disfuncionales, matrimonios en conflicto y relaciones parentales deficientes. Igualmente en los escenarios de abuso y de acoso, siempre había la participación de observadores pasivos y activos, que permitían que pasara el abuso, desmentían la presencia de uno o lo replicaban, Nadie lo paraba y dejaban que instancias como el colegio, orientadores o psicólogos, se encargaran de resolverlo.

Divergencias

Los de la clase alta tienen más privilegios, libertades y oportunidades que cualquier otra clase, pero son socialmente ignorantes de lo que ocurre en la sociedad, por lo que no asumen como importante la búsqueda de las soluciones a los conflictos que aquejan a la sociedad y que la clase media y baja los reconocen porque son víctimas de ellos.  
La exclusión es una problemática común en los tres centros pero más evidente en el centro de clase alta. Los del contexto medio y bajo, pero más los de clase baja, tienden a negar más la exclusión y negar la marginalización. A los de la clase baja, se les hace mucho más difícil ver las diferencias por la clase social en comparación con los otros dos contextos   

En la clase alta Los sentimientos de soledad son intensos y comunes, parecen vivir bajo la premisa que si no tienes dinero te quedas solo y nadie te aprecia. Fue la única clase social que se dejaba influenciar de las creencias de sus padres y perpetuaban la exclusión. Es decir, hablaban de cómo sus padres indicaban con quienes se podía juntar y a quienes evitar. Igualmente fue la única que catalogo cómo problemas sociales sus dolencias como individuos, es decir su principal problema era la carga de la escuela y los problemas como la delincuencia y la corrupción eran catalogados como problemas que los pobres crearon y no quieren resolver.
La clase media presentó la característica de que vivía los problemas de la clase baja pero actuaba como la clase alta. Se percatan de las diferencias sociales y viven la invisibilidad tanto con sus pares como los de la clase alta; ellos no pueden vivir como los ricos pero emulan sus conductas. Sin embargo son socialmente conscientes de las problemáticas que circundan en sus alrededores y manejan a profundidad las temáticas que atentan contra la realidad dominicana.
La clase baja se caracteriza por no saber o negar la marginalidad y la exclusión, no se sienten excluidos ni oprimidos; eso es parte de la violencia simbólica. Sin embargo, como las otras clases sociales, hay exclusión dentro de esta clase pero se centra en aspectos concretos como el color de piel, a los presos y a los que son menos agraciados físicamente. Se destaca por ser la única clase social donde la violencia física se manifiesta de una manera muy habitual. Los conflictos y eventos de acoso involucraban daño físico real, añadido a la violencia verbal y física.

En la clase alta, responsabilizaban a los padres por la exclusión, porque eran los que les decían con quién juntarse y con quien no, y que los amigos se hacían por conveniencias. En la clase media y baja si pensabas diferente, o le llevabas la contraria a alguien había discusión, crítica y descalificación. En la clase baja es en donde los altercados verbales o físicos evolucionaban a daños corporales de importancia.
Los líderes en la clase alta son atribuidos y conectados con connotaciones negativas. Son líderes negativos, que humillan y excluyen. El liderazgo positivo salió evidenciado con mayor frecuencia en la clase media y baja, donde para poder salir adelante es necesario muchas cualidades positivas.

Marco Político y Social

Los jóvenes de la clase social alta se encuentran en un ambiente más seguro, y se muestran  preocupados por las demandas escolares, las cuales encuentran excesivas, limitando el tiempo de socialización; también, parecen tener  menos consciencia de los conflictos sociales.  La clase media presenta un ambiente seguro, aunque con más consciencia de los conflictos sociales, porque ha sido una clase muy golpeada por la disminución de sus ingresos por las dificultades económicas del país. Los jóvenes de estratos sociales bajos, son los más afectados por la violencia física y la delincuencia

CONCLUSIONES
La violencia que se vive en el entorno familiar, escolar y social, repercute en los seres humanos generando víctimas femeninas y masculinas, que de esa manera evidencian el abuso del que han sido objeto, y agresores que emulan a los que asumen esa posición dentro de los diferentes contextos.
Además de los elementos sociales y culturales, la violencia simbólica y estructural, el contexto y el género, otros aspectos que tienen un impacto determinante dentro de los temas de violencia son las aspiraciones sociales y el tipo de apego que presenten los miembros de la familia.
Las familias, como núcleo sagrado que constituyen la matriz externa donde se forman las personalidades de los hijos, son influenciadas por la sociedad, por lo que los conflictos en la sociedad afectan a las familias, pero a su vez, los conflictos en las familias afectan a la sociedad, generando un círculo vicioso el cual es importante reconocer. Y solo podremos hacerlo si comprendemos el juego relacional, muchas veces inconsciente, que se da a través de la violencia simbólica y buscamos soluciones efectivas a los conflictos que se presentan.
La manera en la que está estratificada la sociedad occidental por clases sociales, ya de por sí está fomentando un modelo de exclusión. Condiciona el juego relacional de la víctima y el victimario, que se da en las sociedades democráticas actuales, cuyo modelo económico fuera catalogado por el Papa Juan Pablo II, como ¨Capitalismo Salvaje¨, porque no contempla límites para los que tienen el poder económico y las reglas de juego no promueven la justicia social, generando situaciones que se explican a través de la violencia estructural. Esta violencia genera un tipo de relación, que se reproduce en todos los contextos sociales, incluyendo la familia. El que tiene el poder subyuga al que no lo tiene.
Este modelo de exclusión también se emula en el contexto escolar, por lo que hemos comentado, que el aula reproduce la cultura, los valores, las preferencias y los modelos de violencia imperantes en la sociedad, que crean desigualdades sociales y diferencias de oportunidades, dependiendo de quién es dueño de los medios y quién labora por un salario.
Los resultados de esta investigación señalan que en el contexto escolar de la clase social alta es donde se da más la exclusión y en la clase media y baja, la victimización. De esa manera se manifiesta la violencia simbólica. Los jóvenes de clase alta se preparan para ser la clase dominante y la clase media y baja, para ser personal subordinado, algunos con mejores salarios. La clase alta tiene acceso a mejores posibilidades educativas, por eso tendrá más oportunidades de alcanzar sus aspiraciones, que son más altas que en la clase media y baja. En el estudio cualitativo se evidencia, que los pobres que están excluidos no se dan cuenta. Reciben los efectos de la violencia por exclusión y no la reconocen.
Los jóvenes de clase alta responsabilizan a sus padres de la exclusión, porque son los que los orientan con quién juntarse y con quién no y también comentan que las amistades se hacen por interés, es decir que la amistad se sostiene por relaciones mercantilistas, típicas de un nivel primario de juicio moral, donde el otro no existe sino tiene algo que ofrecerte. Se hace invisble al que no te aporta y te da estatus social. De esa manera no desarrollan empatía y posibilidad de hacer vínculos profundos, como vimos en los resultados de los grupos focales. Este tipo de preocupación no apareció en los grupos focales de clase media y de clase baja.
Siendo las dinámicas de los centros escolares un reflejo de la dinámica del contexto social donde están inmersos, toman como excusa para mostrar las conductas agresivas, la exclusión al diferente, al que pertenece a una clase social más baja, al que es inteligente, o el que es gay. En esta investigación, éstas eran las razones más frecuentes para agredir a un compañero sobre todo en la clase alta, no siendo tan evidente la exclusión por raza y por discapacidad.
Los jóvenes con menos autoestima y víctimas de violencia en sus sistemas familiares, serán los más afectados por los prejuicios sociales, tomando los roles de víctimas, victimarios, o de observadores del abuso, los cuales, con su aprobación silenciosa, forman parte de la violencia escolar. Las relaciones familiares crean estilos de interacción que pueden repetirse en otros contextos como isomorfismos.
Los resultados de los dos estudios realizados, nos lleva a la conclusión de que el apego seguro con los padres y los amigos, es el antídoto para la victimización y para la agresión dentro de los centros escolares. Es decir, que el acoso escolar o violencia entre iguales, que prevalece más en las edades de la pubertad y el inicio de la adolescencia, no se manifiesta en jóvenes seguros de sí mismos y con buena autoestima, independientemente de su clase social.
Un apego seguro con la madre, una buena relación con ella y tener aspiraciones, según los resultados de la presente investigación, previene la agresión. Una explicación plausible es que su vinculación le ayuda a integrar estrategias de regulación emocional y de manejo de conflictos. Por otro lado, una buena relación con el padre, tener aspiraciones y buena relación con los amigos previene la victimización, porque la función principal del padre es no solo ser un protector, sino es quien lanza a los hijos hacia el mañana elevando su autoestima y su valor personal.
Una buena relación familiar previene el acoso escolar, pues un joven con autoestima no entrará en el juego relacional de la víctima y el victimario, pues no ha sido el ejemplo de relación recibido en su hogar y no ha creado patrones mentales que condicionan el accionar típico de los que viven en esos juegos relacionales abusivos.
Los contextos familiares y escolares, que promueven el apego seguro y el desarrollo de la autoestima de los niños y jóvenes, en un clima de inclusión y de valores, no importando el estrato social, ayudarán a desarrollar en ellos habilidades de convivencia, que les permitirán ser un sello protector contra la violencia, la discriminación y la exclusión, que priman en el modelo relacional del sistema político y económico imperante en las sociedades capitalistas, que generan exclusión y violencia estructural y simbólica. En su vida adulta tendrán más posibilidades de incidir en la vida pública y mejorar la calidad de vida de la mayoría en la sociedad, promoviendo el bien común y la justicia social tan necesaria para salir del juego del dominante y del oprimido a nivel social. Se necesita educar a todas las clases sociales, para que puedan salir de este juego inconsciente y que asi puedan promover el bien común.

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La Dra. Espaillat es la directora de nuestro centro. Egresada de Psicología Clínica de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Posee especializaciones en Terapia Familiar y de Pareja en la Universidad Católica de Santo Domingo (UCSD), y en Psicología Clínica por la Universidad APEC. Ha cursado varios entrenamientos en Dinámica de Grupos, con doble titulación con la UCSD y la Asociación Internacional de Dinámica de Grupos de Brasil. También en Intervenciones en situaciones de Crisis, Traumas y Duelos. Es experta en Evaluaciones de Personalidad y en Terapia de Juego para niños. Cursó Terapia Familiar Multigeneracional en la Accademia di Psicoterapia della Famiglia de Roma, Italia y es Doctora en Psicología por la Universidad de Salamanca, España.

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